LA REINA Y ABDUL.
Película intimista, encantadora y lírica . De ritmo lento que va conduciendo desde una pasión encantadora hacia un derroche irrefrenable del que somos conscientes en todo momento. Una miniatura de Frears. Otra vez.
Ese es el toque de Frears, ese "carpe diem" es lo que hace que la reina Victoria ya en su ancianidad quiera disfrutar de la compañia del joven hindú Abdul, al que retiene a su lado luchando con todas sus fuerzas de reina contra su servicio personal e incluso su propio hijo.
La hipocresía de todos las personas más cercanas es expuesta por Frears magistralmente. Desde que Abdul es nombrado "Munshi" de la reina, los sentimientos, las conversaciones, todo cuanto les unirá no hará sino crecer. Esta parte de la vida de la reina Victoria, tan escondida como fascinante ha sido llevada al cine por fin, pues era un episodio inesperado e insólito que todos sabían pero también pretendían incluso silenciar o callar.
Abdul, el último gran amor de la romántica y momificada Victoria, interpretado por un casi desconocido Ali Fazal. Es una figura discreta, pero que sabe leer en lo más hondo del corazón de una reina que volvió durante sus últimos quince años a la vida gracias a él. Las interpretaciones son más que destacables, destancando Eddie Izzard como Bertie, el heredero de Victoria hace un papel llevando su cruel racismo hasta el límite y sus no escondidas ansias de poder.
Dench se exhibe de una manera total.
La escena final es demoledora, con Abdul besando los pies de su emperatriz y mejor amiga. Todo un símbolo del respeto.
Muy recomendable.
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KINGSMAN Y EL CÍRCULO DE ORO.
Película paródica y transgresora. Una desternillante propuesta, una original mezcolanza entre James Bond y los superhéroes de quiosco, en fin, un muy recomendable pasatiempo, Muy bestia, unas situaciones que combinan las consabidas mejores jugadas , a ver quién la hace más gorda.
La película se ve con una media sonrisa cómplice y bullanguera. A ratos brilla la ironía que se disfruta de la alocada galería de personajes y situaciones que pueblan la historia. Se paladea el sabroso crepitar de reírse de todo y de todos, que se admire la ausencia de tabúes y te seduzca la desvergonzada algarabía que se despliega sin pudor ante nuestros ojos.
Todo ocurre sin ton ni son, por la caprichosa voluntad de los guionistas, renunciando a hilar fino o a proponer algo más que un artefacto caro e intrascendente, bien elaborado y dirigido.
Como casi siempre en el cine británico, los actores son lo mejor de la función. Algunos están desaprovechados – o quizás sólo se trata de presentarlos para luego sacarles partido en alguna entrega posterior – pero casi todos ellos disfrutan con las caricaturas parlantes que les ha tocado en suerte encarnar: Julianne Moore está estupenda como la pérfida narcotraficante que vive desolada por no ser reconocida y celebrada como la inigualable mujer de negocios que cree ser; Elton John , soberbio interpretándose a sí mismo y nos hace gozar burlándose sin piedad ni decoro de su propio personaje y excesos; Taron Egerton vuelve a brillar como el dandi agente secreto salido de los arrabales, gentleman a tiempo parcial y proletario sin tapujos en sus horas libres.
En resumen: simpática, simple e insignificante. Pero entretenida.
Lo mejor: la escena de los ancianos en la estación de esquí , y la de la hamburguesa.
En fin, no veo yo a mucho barullano que disfrute de esta película.
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