Hay dos formas de matar la libertad, porque sólo somos libres cuando decidimos, no mientras decides. Es un campo que puede producirlo todo, pero sólo cuando recoges la siembra ejerces tu libertad.
Todo depende en qué nivel sucumbes a esa facultad: abajo la esclavitud, arriba el amor.
Abajo se la entregas a los ídolos, por arriba a Dios, del que sólo puedes optar entre dejarle hacer o resistirte.
Cuando tratas al ser amado, sea tu mujer, marido, novia, hijos, como ídolos, como algo que posees, que es tuyo, y que adoras, los tratas como a simples objetos. Y te conviertes en esclavo de tus esclavos.
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