Se considera que el desierto de Namibia es el más viejo del mundo. Es uno de los lugares más cálidos de la Tierra, en él se llegan a alcanzar los 60º C; apenas caen unas gotas de agua entre los meses de octubre a marzo.
Cada pocos días se obra un milagro gracias a las nieblas matinales que permiten obtener agua a algunas plantas y, sobre todo, a un escarabajo específico de Namibia, del género Stenocara.
Este animal, cuando hay niebla, se encorva y levanta el torso poniéndose en posición frontal al viento. De este modo extrae gotitas de agua de la niebla y la posición hace que se deslicen hacia su boca. El esfuerzo que hace es enorme para poder estar suspendido sobre una pequeña duna y poder arquearse.
A Andrew Parker, de la universidad de Oxford, lo que le llamó la atención fue encontrar una langosta , lo más probable es que hubiera muerto abrasada al tocar la arena, que estaba siendo devorada por escarabajos que parecían insensibles a aquel enorme calor.
Al estudiar a aquellos animales más a fondo se encontró con que su dorso tenía un aspecto cerúleo y rugoso que gracias a ello se mantiene siempre limpio. La superficie del escarabajo repele al agua, no se moja. Parker se dio cuenta de que aquello tenía algo que ver con la forma de obtener agua del animal.
Siguió investigando y se dio cuenta de un hecho sorprendente: la parte superior de las protuberancias hacían lo contrario: atraían al agua. Así que al ponerse de cara al viento el escarabajo atrapa en la parte superior de sus protuberancias el agua, y después cae a la zona que la repele y que no moja al animal por lo que llega intacta y sin evaporarse hasta su boca.
Siguió investigando y se dio cuenta de un hecho sorprendente: la parte superior de las protuberancias hacían lo contrario: atraían al agua. Así que al ponerse de cara al viento el escarabajo atrapa en la parte superior de sus protuberancias el agua, y después cae a la zona que la repele y que no moja al animal por lo que llega intacta y sin evaporarse hasta su boca.
Esa gota destilada en un mundo tan hostil tiene la densidad de las lágrimas que se vierten con dolor. También es una metáfora de esa gente que nace y vive en mundos desolados, tristes, de una miseria extrema, y destilan de una vieja lata de sardinas el último lametón de aceite del pezón de una escombrera.
Este es un milagro del instinto. Todo es un milagro para el que vive en ese pequeño espacio que va del corazón a sus asuntos.
Este es un milagro del instinto. Todo es un milagro para el que vive en ese pequeño espacio que va del corazón a sus asuntos.
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