Vivo en un entresuelo cerca de una calle peatonal. Debajo de casa hay un bar y una terraza .Es fácil que al caer la tarde escuche conversaciones . Pueden ser de un teléfono móvil, o una tertulia desenfadada , o alguien que pasa por allí a altas horas de noche.
Ayer, casi de madrugada, oí llorar una mujer.
Me desveló.
Recordé otro llanto, que no viene al caso. ¡Hay tanto sufrimiento y miseria en esta vida!. Si hubiese podido bajaría a consolar ese dolor anónimo.
Pensé en Silvia. Viene un día a la semana a casa a realizar tareas domésticas. Y me preguntaba si no serían esas las lágrimas que escuché aquella noche. No sé nada de ella, de su hija, si tiene nietas...no sé nada. Y tampoco he preguntado
qué puedo hacer por ayudarla,
Me costó conciliar el sueño. No quiero justificarme en el sufrimiento de los demás como excusa para hacerme la víctima . ¿Qué víctima puedo ser yo?. Esa mujer que gemía en la soledad de un pequeño callejón lloraba sus desventuras, su mala suerte, sus infortunios, sus desgracias . Por lo que sea , esa mujer se sentía arroyada.
Quiero abrazar ese dolor.
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