Escribió Quevedo que "el dinero no cambia a la gente, la descubre.". Sabio éste Quevedo.
¿Qué nos descubre el dinero de la gente?: sus principios.
Tenemos la mala costumbre de juzgar a las personas por el objeto de su amor. Y es un error,¡como si cualquier amor no pudiera dirigirse a cualquier objeto!
Por ejemplo, uno puede ser coleccionista de valiosas pinturas como nuevo rico porcino y hortera, o como contemplativo. La diferencia está en el interior de cada uno, en sus principios. El hortera sólo ve lo que le ha costado, y lo dice. Probablemente también se canse de verlas siempre allí, en esas paredes. El contemplativo no se cansa de observarlas, nunca.Y aunque no sea su propietario, las hace suyas.
Un amante vulgar llega al interior de la persona amada lo mismo que la cuchara empapa el sabor de un caldo, o sea, nada. Sólo ve en ella un instrumento de placer, o una tía buenorra con la que se pasea por la calle del mismo modo que lleva un BMW de la serie 7, o está apuntado al club más selecto de la ciudad. Un farde.
Y el que sabe amar va más allá, y ve en su chica lo que, a veces, nadie entiende.¿Cómo se pueden querer estos dos si se parecen como huevo a una castaña?. Y sí, se quieren.: ¡Y ambos, el amante vulgar y el otro, pueden estar amando a la misma mujer!
Se puede amar “carnalmente” las cosas del espíritu y “espiritualmente” las cosas de la carne.Del mismo modo que se puede amar a Dios como el hortera que hablamos, es decir, nada.
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