El asno de Buridán es el caso absurdo de un asno que no sabe elegir entre dos montones .Entre un montón de avena y un cubo de agua, por ejemplo, y que a consecuencia de ello termina muriendo de sed. Se trata de una paradoja, ya que, pudiendo comer, no come porque no sabe, no puede o no quiere elegir qué montón es más conveniente, ya que ambos montones le parecen iguales.
En su cerebro las pulsiones de hambre y de sed le neutralizaron de tal forma que el asno quedó paralizado a mitad de camino entre el pesebre y el abrevadero.
Esta parálisis del asno de Buridán la he visto reproducida a menudo en muchos ejemplares humanos. Quieren quedar bien, pero no saben quedar mal . Llegan a la estación de Atocha en el AVE y derrepenete, depronoto , quedan rígidos y quietos parados. Las ansias de fumar y de hablar por teléfono con el móvil se cruzan. ¿Qué hacer?: cavar no puedo, mendigar me da vergüenza , y ellos no pueden elegir entre el aparato y el cigarrillo.
Esta indecisión del asno de Buridán no sólo se aplica a las reacciones mecánicas de los cuerpos humanos. También atañe a la sensibilidad más profunda . Un lujurioso no sabe escoger entre la carne de una joven y la pereza que da seducir a alguien. Y se queda en tierra de nadie.
Un matrimonio está apunto de romper y liarse a tortazos y, al mismo tiempo deciden ir juntos a Misa . En este caso, el odio y piedad llegan a una síntesis y todo queda reducido a pasear hasta la Iglesia con el aburrimiento consabido. Ese tedio de silencio familiar puede durar toda la vida hasta transformarse en una buena amistad.
Yo también me debato entre mandar todo a la mierda o o tomarme un Jacks Daniel's.
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AQUÍ "EL BARULLO": LA COSA ESA DE SER UN HOMBRE
Apuesta por Jack, pero con mesura.
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