viernes, 2 de septiembre de 2016

LA FIESTA DEL PANDEIRO

La  primera  forma  instintiva  de  vivir  que desarrollé  fueron las mentiras.

Algo dentro de mi  no funcionaba y  me gustaban cosas  que no estaban bien, y uno intuía  que  a mis padres  tampoco  les parecía  bien. Así, comencé a  fumar a los ocho años.

Fumar a  los ocho años tiene  un problema. Hay que  financiar el vicio. Y aunque en aquellos años de libertades en la dictadura  vendían tabaco suelto ( tres celtas sin filtro , una peseta), debías pagarlo.
Y si no podías, como era mi caso, lo robabas. Y si robabas, mentías  con las   vueltas de algún cambio, o lo sisabas del bolsillo del pantalón  de tu padre  cuando echaba la siesta. 

Había  más  cosas  que me gustaban y no estaban bien, como las tetas que se  le asomaban  al ir a coger  pepinillos  por  el generosísimo escote a   la tendera del mercadillo.

De  bien crío callejeaba. 

Todo era  muy desordenado  en  mi.  No paraba en casa .  Sabía  que detrás  de  la  puerta  de   casa estaba  el  mundo . Me  daba  una  vuelta  por  el barrio,  iba hasta  las  graveras ,   al   “esbalizaculos”, y allí  a  las  barracas  de  los  gitanos. Uno de ellos, un hombre  ya mayor  y con sombrero, nos ponía en fila, bajaba  la cremallera del primero , le sacaba la colita , le daba  una sacudida, la  introducía de  nuevo, y el siguiente.

Al  llegar a  casa  no podía  decir  la  verdad, así que  comencé a  mentir  como  quien construye una fortificación , para protegerme  de preguntas y miradas    de sospecha. 

De todas formas, siempre  he sido  muy malo simulando  y  me han pillado  desde  bien  pequeño hasta   hoy.

Hace  nada  me   cazaron en una, por tonto, y  fui mandado a  la mierda. Otra vez. Es  la ventaja de que no sobrevivas  a  ninguna de  tus  mentiras: que  te acostumbras.

Consecuencia de tanta  trola  fue que  me  convertí en un artista imaginativo  que improvisaba  bolas increíbles que no  existían   ni  me  beneficiaban en nada .

Mi madre me decía "¿pero por qué mientes, si sabes  que te  he  pillado?".

Es curioso, esa frase  creo que es la  que más  me han repetido en mi vida.

No sólo era capaz  de negar  la evidencia , que era  lo más  frecuente, ser cazado  con las manos  en la masa, sino  que  la  creaba  sin necesidad  de  ella. 

El colmo fue que, de  bien pequeño, fabricaba  un laberinto de  donde  no podía salir, y en su  interior trazaba  oscuras ramificaciones, improvisadas excusas  sobre  la marcha, mientras  mi madre  me miraba perpleja cuando  yo  no  encontraba  la salida.   Entonces levantaba  el pie, se sacaba la zapatilla , la bamboleaba al aire, y eso significaba que  iba a ver  fiesta  del  Pandeiro.



Supongo  que me  estará  leyendo  alguna madre  y reconociendo a su hijo en mi.  No se preocupe señora. Usted  no se rinda. Al final somos  buena gente.
------------------
EL BARULLO: LA LUZ DE LA VIDA

1 comentario:

  1. Al respecto, aprendí de tus anécdotas una buena táctica y que funcionaba, "cuando te pillen, no lo niegues, simplemente no hables y pon cara de cordero degollado". Mano de santo oiga!!!

    Un abrazo Mendiu!!

    ResponderEliminar