En fin, como ha pasado mucho tiempo, y ya no trabajo en esa empresa, lo cuento.
Fue en el Hotel Vedra, de Pontevedra. Original nombre . Como nombrar Goza a un hotel de Zaragoza.
Me levanté tempranito, me lavé los dientes, planté un pino, regresé a la habitación , me desnudo , abro la puerta para ir a ducharme y...¡coño!: ¡confundí la puerta del baño con la de la salida!.
Bien. Eso significa que estoy en pelota bolingui en el pasillo y, lo que es peor, sin poder entrar en la misma.
¿Qué hacer?. Recordé la parábola evangélica: cavar no puedo, mendigar me da vergüenza.
Mientras pienso cómo resolver la situación , decido que, sea cual fuese la solución a mi problema, pasaba por la naturalidad.
Llamo al ascensor para bajar a rececepción. Nadie. Subo y, antes de que me dé tiempo a darle al 0, ¡pimba!, siento que sube . Es un sentimiento de vértigo, como si fuese Neil Amstrong en el Apolo , todo emoción y acojone a la vez.
Se abre la puerta en no sé qué piso. Me tapo mis partes pudendas que, al no ser nada del otro mundo, se cubren bien con las dos manos. Y aparecen dos señoras ancianas que me miran con cara de "¡¡¡USTIÉSSSS!!!.
- Perdonen...yo....eh....
Bajamos. Ellas , despatarradas de risa, y yo más cortado que yo qué me sé.
Moraleja: no salgas del baño hasta que hayas terminado todo, todo, todo.
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