Mira las fotos de la vida que pasa . De alguna manera, estás asistiendo a una sesión de espiritismo : ese niño que ves y que se te parece ya murió. Tú sigues viviendo , pero esa criatura quedó allí , encerrada en una instantánea más o menos feliz.
Todos estamos sumergidos junto a nuestros ángeles y demonios en una especie de limbo . A ellos hemos sobrevivido.
Puesto que nuestra vida viene de esa muerte, cada momento que uno vive es un instante de gloria. Vivimos hasta el último segundo de nuestra vida en una continua resurrección que consiste en estar vivo.
Me gusta ver en el rostro un paisaje. Es más, no hay mejor paisaje que ese que se cruza en nuestro camino, el que nos amó, elñ que nos enseñó, incluso el que nos odió.
Cada pliegue un valle, cada arruga una acequia , las ojeras el azul triste de la noche , una mejilla tersa y luminosa una playa, la luz de los ojos un amanecer o una caída de la tarde.
Cuando fotografío salgo de excursión con la cámara al hombro por este territorio de la piel y disparo el objetivo como lo haría un cazador. Tiran a la pieza que vuela.
Pero también soy un espeleólogo. En el rostro humano se inician distintas galerías que conducen cada una de ellas a un estrato del alma. En esa oscura charca buceo hasta encontrar la mejor sombra.
De eso va a partir de hoy Espacio Radical Libre. No creo ser un buen fotógrafo, pero disfruto fijando la vida que pasa.
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