De pequeño me daba miedo sentir los latidos de mi corazón y pensar que ese músculo pudiera seguir bombeando , aspirando e impeliendo sin el concurso de tu voluntad. Dormir era una pesadilla.
Me tomé la presión hace unas semanas y el médico me dijo: "¡usted está vivo de milagro!" . Estaba en 208 de presión.
- Le aseguro que vivir no es algo que ahora esté entre mis prioridades.
- Bueno...le puede dar un infarto, pero si es un ictus le aseguro que le gustaría vivir como ahora.
En fin, que hoy he pasado a formar parte de empastillado de por vida.
No sé dónde leí que si a un electrocardiograma se le aplica un zoom muy potente descubres entre las líneas de sístole y diástole unas contracciones microscópicas cuya lectura tiene que ver con el campo magnético que el corazón expande y que afecta a todos los seres vivos , incluidas las personas
Se ha hecho la prueba con un recipiente lleno de leche. Conectados a una corriente se introducen dos electrodos en el recipiente, que se coloca en el centro de la mesa en la que estás de tertulia en una cena agradable con amigos.
Los gérmenes vivos que contiene la leche responden a las sensaciones positivas o negativas del corazón de los comensales. Sus latidos no solo elevan la sangre al cerebro de los presentes ; también desvían las descargas emocionales hacia el recipiente .
La placentera sensación de amistad, la alegría y las risas, el buen ambiente del grupo purifica la leche, la eximen de bacterias y la convierten en el mejor postre de sobremesa, en leche merengada.
Pero si el recipiente se instala en medio de una sala de estar donde hay gente que se lleva mal , en la mesa del consejo de administración de ciertas multinacionales , en ciertos despachos de abogados , la leche espesa la codicia, la avidez, el rencor, la ambición, la miseria, la estupidez, el fanatismo de su entorno y la convierte en una potingue ponzoñoso .
La rancia mala leche que hoy olemos por la calle responde de los latidos de un corazón colectivo de sístoles y diástoles galopando en el desvarío .
Ese corazón late en el universo , igual que el mío en este pecho...y los dos tenemos miedo.
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