martes, 19 de julio de 2016

NO ME QUIERAS MATAR CORAZÓN.

De  pequeño me daba  miedo  sentir  los  latidos  de mi corazón  y pensar que ese  músculo  pudiera    seguir  bombeando , aspirando e impeliendo sin el concurso de  tu voluntad. Dormir   era  una  pesadilla.

Me tomé la presión  hace unas semanas y el médico me dijo: "¡usted  está vivo de  milagro!" .  Estaba en 208 de presión. 

- Le aseguro que  vivir no es algo que ahora  esté  entre mis prioridades.

- Bueno...le puede  dar un infarto, pero si es un ictus le aseguro que  le  gustaría  vivir  como ahora.

En fin, que hoy  he pasado a formar parte de empastillado  de  por  vida. 

No  sé dónde  leí  que si a un electrocardiograma se le aplica un zoom muy potente descubres entre las  líneas de sístole y diástole unas contracciones microscópicas cuya lectura  tiene  que ver con el campo magnético que el corazón expande y que afecta a todos los seres vivos , incluidas las personas 

Se ha hecho la prueba con un recipiente lleno de leche. Conectados a una corriente se introducen dos electrodos en el recipiente, que se coloca en el centro de la mesa en la que estás de tertulia en  una cena agradable con amigos. 

Los gérmenes vivos que contiene la leche responden a las sensaciones positivas o negativas del corazón de los comensales. Sus latidos no solo elevan la sangre al cerebro de los presentes ; también desvían las descargas emocionales hacia el recipiente .

La placentera sensación de amistad, la  alegría  y las risas, el  buen  ambiente  del grupo purifica  la leche, la eximen de bacterias y la convierten en el mejor postre de sobremesa, en leche merengada. 

Pero si el recipiente se instala en medio de una sala de estar donde hay  gente  que se  lleva  mal ,  en la mesa del consejo de administración de ciertas  multinacionales , en  ciertos despachos de abogados , la leche  espesa  la codicia,  la  avidez,  el rencor, la ambición, la miseria, la estupidez, el fanatismo de su entorno y la convierte en una potingue ponzoñoso . 

La rancia mala leche que hoy olemos por la calle  responde de los latidos de un corazón colectivo de sístoles y  diástoles  galopando en el desvarío . 

Ese  corazón late en el universo , igual que el mío en este pecho...y los dos tenemos  miedo.

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