Son fiestas en Parquesol, un barrio de Valladolod .
Debajo de casa un hombre canta pertrechado con una mesa de sonido , dos bafles, y un micrófono. Lleva una camisa blanca y un sombrero Sinatra. La verdad, si se gana así la vida, pues vale, pero hace cagar a los tiburones.
La gente baila y busca de esa pequeña inmortalidad que a nada compromete. Es bonito escuchar boleros cargados de promesas y quejas de amor. " Dicen que la distancia es el olvido"", cantaba el vocalista gangoso. Llevaba el bigote cortadito a escuadra , cosa fina y le asomaba un peine en el bolsillo superior de la chaqueta blanca. .
El solsticio de verano a la gente le entran ganas de amar la fugacidad de la vida. La vida se escapa. No sé cuántos de los que están bailando se apearán del Tíovivo durante este año . Son parejas muy mayores algunas, y en silencio se arrullan sintiendo los frutos dulces del azar.
"Porque yo seguiré siendo el cautivo, de los caprichos de tu corazón"
El verano tiene los ojos azules. Me gustaría bajar y bailar con alguien. No importa quien.
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