Jueves despejado después de una noche de tormenta.
Hay una luminosidad mediterránea en la ciudad. Un día extraño. Siento deseos de otra luz. Un día leí que "el deseo de luz produce luz".
Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atención.
Me siento enjaulado en la oficina y salgo a pasear. Necesito atender la vida que pasa. Me cuelo en el tranvía y bajo en una parada cerca de la Illa.
Muchas veces, ante situaciones donde el barco de mi vida se iba a las piedras , he repetido como un mantra una serie de frases que hoy sé que actuaban de un modo medicinal.
Es verdad eso de que "el deseo de luz produce luz".
Yo deseaba no ser de esa forma que me llevaba a callejones sin salida. Muchas veces era algo enfermizo. ¡Cuantas veces no he querido ser el que era!
Repetía frases cortas que decía en voz alta, y que aún digo, cuando estoy desorientado, errático, en el desvarío. Siempre eran de un tono positivo, esperanzado, sabiendo que , de una manera que desconocía, llegaría la luz.
"¡Madre mía, en qué lío me he metido!" era una de ellas.
¡Pero qué mal, qué mal!".
"¡Sácame de ésta!".
Todas iban en este sentido.
Después, pasa el tiempo, echas la vista atrás, y aunque los esfuerzos de atención fuesen durante años aparentemente estériles,un día, una luz exactamente proporcional a esos esfuerzos inunda el alma.
Hice fotos. La vida.
Antes de acostarme doy un paseo. No hay un alma por la calle.
Hay una luminosidad mediterránea en la ciudad. Un día extraño. Siento deseos de otra luz. Un día leí que "el deseo de luz produce luz".
Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atención.
Me siento enjaulado en la oficina y salgo a pasear. Necesito atender la vida que pasa. Me cuelo en el tranvía y bajo en una parada cerca de la Illa.
Muchas veces, ante situaciones donde el barco de mi vida se iba a las piedras , he repetido como un mantra una serie de frases que hoy sé que actuaban de un modo medicinal.
Es verdad eso de que "el deseo de luz produce luz".
Yo deseaba no ser de esa forma que me llevaba a callejones sin salida. Muchas veces era algo enfermizo. ¡Cuantas veces no he querido ser el que era!
Repetía frases cortas que decía en voz alta, y que aún digo, cuando estoy desorientado, errático, en el desvarío. Siempre eran de un tono positivo, esperanzado, sabiendo que , de una manera que desconocía, llegaría la luz.
"¡Madre mía, en qué lío me he metido!" era una de ellas.
¡Pero qué mal, qué mal!".
"¡Sácame de ésta!".
Todas iban en este sentido.
Después, pasa el tiempo, echas la vista atrás, y aunque los esfuerzos de atención fuesen durante años aparentemente estériles,un día, una luz exactamente proporcional a esos esfuerzos inunda el alma.
Hice fotos. La vida.
Antes de acostarme doy un paseo. No hay un alma por la calle.
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