Escribió Virginia Wolf que “a la gente le gusta sentir sea lo que sea”. Y es cierto. Da mucho miedo pensar que no sienten nada por ti. Que no sientes nada por nadie.
Ese “sentir lo que sea” lo expresa muy bien sor Mariana Alcaforado, la monja que se enamoró viendo al conde de Saint Leger desfilar a caballo; escritas tras el regreso a Francia del conde, la monja narra en ellas su pasión. La escribió en cinco misivas que son consideradas una obra maestra de la literatura universal...
“Ámame siempre, y haz padecer más a tu pobre Mariana”.
Son amores que duran cociéndose a fuego lento en un infierno emocional atormentado y doloroso. Muchas veces, enfermizas como una adicción.
¿Pero no es peor el síndrome de abstinencia?
Otra historia de estos años...
“Quiero ser tu puta”, le dijo entre lágrimas al saber que él se marchaba lejos.
Un año después ella le escribió...
“Tuve que ir al psiquiatra. No conseguía olvidarte. Le dije que sabía que no me querías, que sólo venías para echar un polvo y marcharte. Le dije que te daba vergüenza que te vieran conmigo. Le dije que tu condición de hombre entregado a Dios te atormentaba en lo que juzgabas como “caídas”. Te despreciabas y te sentías sucio...el psiquiatra me preguntó “si es así, ¿por qué no dejas de pensar en él?”
“Es que le amo...pero verdad que usted me ayudará a desenamorarme?”
¡Somos tan complejos!
Complejos? Y una puta mierda. Somos simples, pero luego también están los hijos de puta que encima tienen los cojones de ir por ahí aleccionando a la gente.
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