En Barcelona , en una visita a gente necesitada que hacía con chavales en el Raval , conocí una pareja de ancianos que vivían en un curioso y triste comensalismo.
Él se casó con ella por su belleza, apenas se conocían. Le llamaba "la Olmo". Poco tiempo después descubre que la mujer es "frígida como una pared". Pero su vanidad, el que dirán y, probablemente, algo turbio en ese hombre, le hizo vivir junto a ella.
Con los años ella quedó relegada a estar encadenada por una enfermedad degenerativa, una descalcificación de huesos , que le obligaba a dar una interminable, lenta, arrastrada , y repetitiva órbita desde su habitación a la cocina, y vuelta.
La soledad de esa mujer era terrible. Sus ojos de párpados caídos , batracios y glaucos, transmitían en silencio mucho dolor:
- Tot es patí - decía(todo es sufrir).
Él se había reservado la mejor habitación, el salón, recubierto de fotos cursis que tenía pegadas a las paredes.
Una vez me confesó que había sobrevivido a la soledad gracias a las películas porno de las que era un asiduo consumidor...y vete a saber a qué costumbres más.
Un día el sacerdote que atendía la parroquia donde vivían en Barcelona - nuestra señora de Belén- fue a visitarle. Resultó que ese cura era muy amanerado y de voz muy atiplada. Y nuestro hombre también. La verdad es que parecían gemelos de Boris Izaguirre.
Fue una escena inolvidable, y desternillante.
Pensó el visitado que el mosén se burlaba de él y que le estaba imitando en su amaneramiento tralarala , y con cajas destempladas lo echó de casa al grito de "¡ si usted me está llamando maricón se va burlar de su puta madre!" .
La razón por la que iba a esa casa era "La Olmo". Pero aquel hombre se apoderaba de mi y tenía que inventar mil historias para ir a la habitación de ella.
Un día abrió varios armarios repletos de revistas pornográficas.
Me mostró la colección, extendida encima de la mesa camilla, y decía, "¡mira ésta que guapa!...¡¿y éste chochito?....¡ mira, mira!.
Y en un momento determinado señala una, la coge con las manos para verla mejor, me la acerca para que la observe con él, y suspira:
- ¡A ésta la he querido yo mucho!
Entonces, con 24 años , me dio asco. Hoy hubiese llorado.
La casa estaba en un ático muy parecido a este.
"Tot es patí".
"Tot es patí".
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