lunes, 24 de octubre de 2016

SOBREVIVIR A LOS GRANDES IDEALES

A esta altura de la vida uno ya sólo aspira a ser decente , a mantener  el tipo,y a sobrevivir  a  los  grandes ideales.

No  quiero engañar a  más gente - bastante  he hecho por  la causa de la mentira-  y sólo  me basto. Andar, contemplar, sorprenderme  del amor que veo en otros, y buscarlo con mi particular batea  que lleno con arena y agua del río  de  mi vida  y la remuevo  filtrando pepitas    de oro de la arena.

Me  sorprendo de que salga el sol cada día. Todas las doctrinas han pasado y el aceite de oliva permanece. Todos los imperios han caído y, no obstante, dentro de uno hay un jardín que intento cultivar  con mi particular ascética y retirarme en la espesura de los setos podados.

Vivo  en el escepticismo alegre de  santo Tomás . Pero no  lloro por los días perdidos, por los placeres que uno sacrificó  la prudencia, por los impulsos ahogados. Si hay que levantar la copa lo haré brindando  por los días cuando éramos guapos, y éramos buenos, y nos vestíamos con una ingenuidad  maravillosa:  por la memoria de aquellas horas. 

Ahora la madurez consiste en ir secando  la carne   de nuestra vida  hasta convertirla   en una cecina de gran calidad, bien curada. O ahumar  los salmones  que remontan el río de esa vida  tuya que  fue y hacer un arenque Kipper.

Rechaza  de un manotazo  esos  pensamientos que te llevan  a aquellos proyectos que no pudiste llevar a cabo. Zambúllete  de punta cabeza  desde uno de los puentes de  ese río de tu vida y  siente  como  fluye  el agua.

Verás  que todas  las  ideas en las que creíste  de una manera tan fanática discurrirán suavemente acariciándo  tu piel impermeable. Mientras , el mundo se va por el desagüe.

Estás de  vuelta de todo , pero en medio de tanta incertidumbre  siempre quedan las brasas  que fueron fuego. Sólo es cuestión de  soplar sobre ellas : sorber unas buenas sopas de ajo, saborear un fino gazpacho, escuchar a Katie Melua, tener unos buenos amigos de tertulia, ,amar a los que te quieren, ser la  mejor persona  que puedas ser, no tener vanidad alguna, leer libros que te mejoren,  hacer ejercicio, cuidarte

Ninguna filosofía es más profunda que la tortilla de patata que te hizo tu madre, o una   ensalada bien aliñada  . Cuando no creas en nada  los pájaros seguirán cantando , y aún quedará la luz de la mirada de tus hijas , la bondad de  las personas  sencillas, los macarrones bien  hechos , la compasión ante el dolor ajeno  y  el aroma de café. 

No te preocupes, siempre  hay un camino de regreso para sobrevivir  a los grandes ideales.



1 comentario:

  1. La luz de la mirada de tus hijas.
    Ahí me has dao, maño.

    En tol medio de la mitad de la branquia.
    ...
    Y uno, como un salmonete, brincando sobre el solado de piedra del mercado.
    Luchando.
    Como un cabrón.

    ResponderEliminar