En el tren.
Hay en el interior de las personas otras luces además de las que sentimos, vemos. . ¿ A qué me refiero ? No lo sé explicar muy bien. Es más una intuición . Esas luces guardan silencio la mayor parte del tiempo. De repente aparecen en la pupila enamorada, o en la chispa divertida del iris. Parece como que el ángel de esa persona se asomara vernos.
Ríe una niña entrando en la estación de La Floresta . Con esa misma alegría , tan contagiosa, penetra la luz de la mañana , merodea por el vagón de un modo alado , busca, descubre el amor escondido de una anciana que dormita bajo un silencio acogedor. Esa luz que ha entrado con la sonrisa de la niña atrae hacia ella a la señora y juega con ella sin que se percate.
A eso me refiero.
Esa luz nueva la acogo. No le digo nada a nadie porque pensarían que estoy muy mal. Tal vez lo estoy. ¿Qué importa?. Acoger es un deseo de enamorado. Dejar hacer. Quiéreme como si no hubiese mañana.
¡Luz!.: me la bebo a chorros.
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