jueves, 6 de octubre de 2016

LA RISA Y EL LLANTO

A uno le pasa  que  cuando más  seria  se pone la cosa se imagina  la escena desde afuera, como si estuviera en el cine, y explota a reír.

Me sucede   viendo gente multimillonaria rezando. ¿Qué pedirá ese pobre hombre que lo tiene todo? 

- Le digo a Jesús  que si firmo tal negocio  , entregaré a Cáritas la mitad de los beneficios- me dice-...después de impuestos- añade   codicioso.

 Me río . Uno piensa  en Jesús dentro del pecho de este beato y  lo imagina (perdón por la balsfemia) descojonándose de risa.

A mi me sucedió  que lloré la muerte de la madre de Bambi. Aquello fue en el cine Rex. A moco tendido. Pero luego  me expulsan del colegio  y tuve que entrenar unas lágrimas de dolor antes de entrar en casa. Intuía que a mis padres ese dolor les conmovería. 

Con el sexo a menudo me pasa algo parecido: estamos haciendo el amor estupendamente, y me imagino fuera de mi, y me entra una carcajada  que rompe el hechizo.

Me hago viejo. Una canción sencilla y ramplona como Amapola  me hace  echar jipidos.

Lo llamativo, en el caso del dolor, es la sospecha que despierta no exteriorizarlo. Me sucedió con Manuela . Aguanté el tirón de las primeras  horas . Un medio familiar ante  mi ausencia de lágrimas y la entereza que mostraba  puso  a andar la rumorología de barra. Un comentario más miserable que malintencionado: “Muy bien se le ve a ese”.

En realidad esa entereza, ese no llorar cuando el mundo se derrumba, puede esconder la peor tristeza de todas. Una noche , de un modo  imprevisible , rompí a  llorar desconsolado .



Es triste que sea tan difícil mostrar tus sentimientos cuando quieres hacerlo.
Resultat d'imatges de BAMBI Y MAMA

No hay comentarios:

Publicar un comentario