Preguntaron a Víctor Hugo si temía el último día universal repuso: “¿El fin del mundo? Eso ya ha pasado muchas veces”.
Es verdad. Cada muerte es el fin del mundo. ¿Qué importa lo que suceda después?.
Camino a la estación de Ferrocarriles catalanes por las mañanas y con frecuencia me cruzo con padres chinos, pakistaníes, latinos, que llevan a sus hijos a la escuela.. Al principio los niños lloraban con fuerza. Hoy la escuela es parte del paisaje de esas criaturas . Van cogidos de la mano de su madre, o padre.
Alguna es llevada a hombros, dormida aún . Tal vez sueña. Los padres se sienten orgullosos . Están ofreciendo un mundo mejor a sus hijos. Muchos de ellos huyeron del fin del mundo. Hoy cuando abre los ojos respira alegría , la única realidad que ha conocido en su corta vida.
Sueña , quizá, con lo inaudito: el renacer del mundo, el alba de la compasión y la alegría. Sólo por su pureza quisiera que no llegase el fin del mundo. Para que siga soñando…
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