Fui a arreglar el teléfono al Raval.
Toda la calle sant Ramón está pinteada de tiendas de pakistaníes dedicadas a la venta y arreglo de móviles. El Raval está tomada por los pakistaníes. Es un reducto
musulmán , como un tashbi de peluquerías, talleres, carnicerías , restaurantes. Está colonizado.
Toda la calle sant Ramón está pinteada de tiendas de pakistaníes dedicadas a la venta y arreglo de móviles. El Raval está tomada por los pakistaníes. Es un reducto
musulmán , como un tashbi de peluquerías, talleres, carnicerías , restaurantes. Está colonizado.
Chispeaba la lluvia al despertar el barrio. La calle es estrecha , húmeda , con un reflejo gris empedrado , pegajoso. La luminosidad contrastaba a los ojos con el primer sol de la mañana. Deslumbraba. Huele a monotonía , a costumbre acortezada, a vida lenta, a personas nefelibatas, que son aquellas soñadoras que no acaban de despertar.
Te cruzas con un hormiguero de gente de cientos de razas, procedencias, creencias , como una corriente humana donde te sientes anónimo, lejano, indiferente. Como en el mar de los Sargazos, el oleaje de la vida, el viento de cada biografía , desplazan a centenares de kilómetros trozos de vida que vienen de muy lejos a naufragar a esta costa.
Esperando que abran la tienda , se llama Barça, una prostituta pasa cerca, me guiña un ojo.
Hace unos años esta misma situación me hubiese desplazado también a compartir ese trozo de carne a la deriva. Hoy siento una compasión muy grande por ella. Y por mi.
- El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Yo hoy no podría.
Me dicen que hay que esperar una hora para arreglar el móvil.
Pregunto en una peluquería el precio por un corte de pelo. Cinco euros.
La barbería es lugar de tertulia y encuentro. Mi presencia destaca. Hablan su idioma, y parece que estoy en Cachemira. Esta gente está a miles de kilómetros de su casa y en estos lugares vibran cuerdas sentimentales que a mi se me escapan. La televisión retransmite un partido de Cricket.
Me dice un amigo: "por nada del mundo me cortaría el pelo en una peluquería del Barrio Chino".
Me cuenta una inquietante historia de hojas de afeitar que no recambian al cortar barbas y pelo.
En Tamahú me sucedió una de esas a cuenta de otro corte de pelo. El peluquero era un crío, un principiante en pruebas. Me dio un tajo en la cara, no la humedeció antes de pasar la hoja, y comencé a sangrar de un modo porcino. Mi inquietud fue al ver la hoja...tenía mugre de mucho indígena.
Estuve varios días con una hipocondría muy principal. Si me dolía al tragar pensaba que era gonorrea, o SIDA...pero, bueno, aquí estoy.
Desayuno en una especie de cuchitril. Me atiende una cubana que dice llamarse Anay. Tiene un entreverado de colores maravillosos en su piel, y los ojos de un color que veo cereza. Pero puede ser mi hipercromatismo.La hipercromatía te hace ver colores que no existen.
Sabe inglés, italiano, portugués. Una de esas injusticias que tiene la vida. Está mujer le da mil vueltas a Suso y, aquí está. Pienso en los millones y millones de personas que han venido hasta aquí desde todos los rincones del mundo , con su particular sueño, con esos cruces de sangre que produce el deseo, o el amor.
Siento vergüenza de mi.
Recojo el teléfono y hago fotos del día.
La primera fue un disparo al aire...cosa rara.
Sueños que te llevan a km de distancia..... unos salen bien ...... otros te hacen ver que inocencia te llevo a trasladarte tan lejos....
ResponderEliminarGracias!