No lo sabemos, pero si nos acercáramos de puntillas y mirásemos por la cerradura de las biografías de los demás se nos pondría la gallina de piel. El amor nos engaña. El amor siempre anda prometiendo lo que no puede cumplir. Porque nos hace creer que todo está unido: vivos y muertos, niños y adultos, animales y seres humanos, hombres y mujeres, sueño y realidad, pero eso no es cierto: el mundo solo es una colección de fragmentos imposibles de conciliar entre sí, partes sin un todo.
Al final resulta que la pasión es un espejismo, y siempre nos resultan más bellos, más intensos, más coherentes, los amores ajenos antes que los propios.
De nuestras biografías conocemos la aspereza de lo cotidiano, el aburrimiento, la rutina. Y pensamos que ese hombre tan simpático, esa mujer encantadora y divertida, son maravillosos. Y son tan coñazos como nosotros.
La pasión del prójimo soporta muy bien el artificio y el embeleco.
La pasión del prójimo soporta muy bien el artificio y el embeleco.
Pero cuando aproximas el microscopio enseguida aparece, como en esa gota de agua que observábamos por primera vez en el laboratorio de biología en el colegio, un raro hervor de bichos, algunos monstruosos, otros bien feotes , incluso letales.
Este escrito, así, tal cual, yo debiera haberlo leído mucho tiempo atrás. Los malos ratos que me hubiese evitado!
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