Estos días han sido completos , confortables, perfectos.
Delavalen es uno de los lugares más bonitos de este pequeño país. Pero es necesaria una cierta discreción y pudor para abstenerse de decirlo.Toda la costa está repleta de pueblos que cacarean su belleza a los cuatro vientos. Pero éste, ¡ay, éste!...
Decía san Bernardo que había que rezar como “miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón”. Así han sido los paseos por esta tierra donde todo se subraya con el silencio. El silencio que es tiempo de ensoñación, de la espera de lo inesperado, el tiempo de atender las otras voces del mundo: las voces de los aventureros, de los locos, las voces de los héroes y de los perseguidos.
Eso hago al andar. El silencio es el espacio de la reflexión, pero también del pudor. Por eso todos los que guardan algo valioso hablan en susurros. La naturaleza susurra su verdad, para el que sabe escucharla.
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