Desayuno cafè. Desde la casa donde estoy no puedo separar los ojos de la ventana. Sopla el viento y hace rosquillas de plata en el mar. Es fascinante. Me acerco abrigado a la ventana. La playa está desierta. La arena está mate . Por las calles no pasa un alma.
Hay alguna embarcación pintada de verde manzana, otras barcas con una franja de alquitrán. Todo tiene un aspecto inconsistente. La rosada anuncia un día fresco y saludable. Desde la ventana veo un gato con la panza al sol. Tiene los ojos cerrados.
Bajo a desayunar.
Hoy pasearemos por una ruta. Me gusta andar con este hombre, Alberto, que respeta el silencio y los pensamientos vagabundos.
¡Qué bien me están sentando estos días de diciembre!
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