jueves, 8 de diciembre de 2016

UNA MAÑANA DE DICIEMBRE

Desayuno  cafè. Desde la casa  donde  estoy  no puedo separar  los  ojos de  la ventana. Sopla el viento y   hace  rosquillas de  plata  en el mar. Es fascinante. Me acerco abrigado a la  ventana. La playa  está  desierta. La arena está  mate . Por las calles no pasa un alma. 

Hay  alguna embarcación pintada de verde  manzana, otras barcas  con una franja de alquitrán. Todo tiene un aspecto inconsistente. La rosada anuncia un día  fresco y saludable. Desde la ventana veo un gato con la panza al sol. Tiene los ojos cerrados. 

Bajo a  desayunar. 

Hoy pasearemos  por una ruta. Me gusta andar con este hombre, Alberto, que respeta el silencio y los pensamientos vagabundos.

¡Qué bien me están sentando estos   días de diciembre!



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