Ayer fui al Mercado de Navidad. Algo muy fenicio. Y muy poco original.
Parece que es una buena excusa para ir a pasar el día con los críos, que son los que de verdad disfrutan del asunto.Son el principio del negocio. Lo mismo creen en el Caga Tió, en los Reyes Magos, en ángeles, o en ese gilipollas con barba blanca que llaman Papa Noel.
¡Cuántas mentiras nos creemos!.
Un tío con cara de ligarse a una separada con niño compra dos globos de vistosos colores a la criatura.
- ¡ Que guay, Joan!- grita el chavalín.
Yo de crío le llamo a mi padre por su nombre, Carlos, y me mete un sopapo que veo a Tarzán vestido de primera Comunión. Por eso coligo que no es el padre. Por eso, y por los achuchones que le da a su mamá. Hoy son dos globos, mañana serán dos móviles.
Pero a ese chaval le pasará como a todos.Los primeros globos te ilusionan,hasta que caes en la cuenta que se pinchan por nada. Y no está papá, o el amigo de mamá , para comprarte otro. Así es la vida.
Me estoy haciendo mayor. Me enfado por tonterías: una tendera que dice pelotudas estupideces como que "la navidad es volver a la alegría de la niñez". O un papá que tapona la fila para fotografiar a un niño que parece el hijo idiota de Silvester Stallone. Unas madres carapijas que compran un belén porque es "alternativo".
Me liaría guantazos con toda esta gente. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades, no quiero estar en medio de muchedumbres donde desfilan egos calcados unos a otros...¡joder, me estoy haciendo un gruñón!
Mi alma tiene prisa y se han pinchado todos los globos que compré. A lo mejor se trata de eso, de comprar más globos. Esa gente que desprecio es en realidad la buena gente , la normal, la que sabe reírse de sus errores, que no se envanece con sus triunfos, que no huye de sus responsabilidades.
Soy yo el pobre idiota que juzga y se cree más y mejor .
Tendré que comprarme un globo.
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