sábado, 31 de diciembre de 2016

ESCRITO EN EL DESVARÍO

 ¿Dónde estás Madre, aunque no existas? Quiero rezar y llorar, arrepentirme de crímenes que no he cometido, disfrutar de ser perdonado por una caricia maternal. Un regazo para llorar, pero un regazo enorme, sin forma, espacioso como una noche de verano, y sin embargo cercano, caliente, femenino, al lado de cualquier fuego.

Poder llorar allí cosas impensables, faltas que no sé cuáles son, ternuras de cosas inexistentes, y grandes dudas trenzadas  de no sé qué futuro. Una infancia nueva  en  un alma vieja otra vez, y una cama pequeña donde acabe por dormirme, entre cuentos que arrullan, mal oídos, con una atención que se pone tibia ennla penumbra de  la  duermevela.  

Y todo esto muy grande, muy eterno, definitivo y  para siempre.

Si Dios  sólo  sabe  contar  hasta  uno  , esta  es mi  noche. Hoy   me  acostaré  a  las  diez, como  siempre,  y mañana  madrugaré  a  andar  el amanecer.

Un regazo o una cuna o un brazo caliente alrededor de mi cuello. Una voz que canta bajo y parece querer hacerme llorar…El ruido de la lumbre en el hogar… Un calor en el invierno… Un extravío suave de mi conciencia… Y después, sin ruido, un sueño tranquilo en un espacio enorme, como la luna rodando entre estrella.

Cuando coloco en un rincón, con un cuidado lleno de cariño –con ganas de darles besos-  las  personas  de  i vida  pasada  y  presente,  como  juguetes,  las palabras, las imágenes, las frases –¡me quedo tan pequeño y tan inofensivo, tan solo en un cuarto tan grande y tan triste, tan profundamente triste…!

Después de todo, ¿quién soy yo cuando no juego? Un pobre huérfano abandonado en las calles de las sensaciones, tiritando de frío en las esquinas de la Realidad, teniendo que dormir en una  fría  habitación  que comer el pan regalado de la Fantasía.

Me  llaman  diciendo  que  todo  es  mentira, que tú eres  una mentira. A veces, de noche, cuando me siento solo, te llamo y lloro, y me hago una idea de ti  al  que   puedo  amar… Pero después pienso que no te conozco, que quizás no sea así,  quizás no seas nunca ese padre de mi alma…¿Cuándo se terminará todo esto, estas calles por las que arrastro mi miseria, y estos escalones donde encojo mi frío y siento las manos de la noche entre mis harapos?

Si un día viniese Dios a buscarme y me llevase a su casa y me diese calor y afecto… Pero el viento se arrastra por la calle y las hojas caen en la acera… Alzo los ojos y veo las estrellas que no tienen ningún sentido… Y de todo esto apenas quedo yo, un pobre niño abandonado…Tengo mucho frío. Estoy tan cansado en mi abandono. Ve a buscar, oh ivento, a mi Madre. Llévame por la Noche a la casa que no he conocido…vuelve  a  besarme, Madre.



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