De una manera inconsciente llevo una larga temporada regresando. No entiendo qué está pasando. Parece que ando poniéndome en paz conmigo mismo. Y no estoy haciendo nada. A veces pienso , me ronda esa idea desde hace meses, que voy a un final sin cuentas pendientes y asuntos de los que ya pueda hablar porque está todo perdonado.
Visito cada lunes a un enfermo, Joaquín. Se muere. Me dice " ofreceré mi agonía por ti". Lloro . Su mirada, su respiración, me recuerda mucho a Manuela.
Simultaneamente , desde hace meses,voy pidiendo perdón aquí y allá. Este lunes fui a ver a P...nos abrazamos, desembuché la amargura que llevo años empantanando como pan de rana. Y salí muy contento.¿Por qué fui a verle?
¿Qué está pasando?. Siento una gracia tumbativa, algo inexplicable, pero muy fuerte. Como una ley de la gravedad que me atrae al centro de algo que me hace mucho bien.,
Necesito confesar mis pecados. Pero no esos pecados que no tienen peso ni medida.
La celosía del confesionario está descolorida por el aliento de miles de penitentes . Los pecados que ese hálito han exhalado durante años y años. Unos graves, otros veniales. Y sobre todo aquellos de la vida pasada que uno coloca allí al peso " y me arrepiento también de aquellos que no recuerde".
Pero sí que me acuerdo. El odio, el rencor, la infidelidad , tantas mentiras. El efecto corrosivo de la culpa ha carcomido la pintura de esa celosía hasta arañar la madera. Por esa rejilla han pasado susurrando culebras, neuras de escrupulosos, escorpiones ponzoñoso, y un rosario de vergüenzas musitadas.
Recuerdo mi primera confesión. Un capuchino de largas barbas me envió a lavarme las manos:" aquí saldrás limpio, pero debes entrar también limpio",.
Recuerdo mi primera confesión. Un capuchino de largas barbas me envió a lavarme las manos:" aquí saldrás limpio, pero debes entrar también limpio",.
Muchas veces pienso que alrededor de ese confesonario hay demonios rabiando porque pides perdón.Están muy cabreados porque hay un hombre escuchando esas miserias en la oscuridad. Y ese hombre es igual o peor que tú. Es peor. Porque muchas veces hace de la costumbre bostezo. ¡Joder!: está llorando por un adulterio, un robo corrupto, una grave injusticia, y lo despacha con la displicencia de un funcionario!
Pero el penitente puede equivocarse de cura, pero no de Jesucristo....¡qué importa!¿No curó al ciego con barro?
Voy a confesarme.Espero en la cola. Delante de mi hay dos penitentes. Una señora está susurrando sus faltas. ¿De qué puede confesarse esta mujer?: estoy convencido que el confesonario tiene una apariencia desproporcionada para los pecadotes que se confiesan: amagos de adulterio que no terminan en nada, deseos de venganzas, envidias secretas, masturbaciones , miradas impuras...¡qué desproporción!
Entro. Quisiera confesar lo peor de mi. Y lo hago. No he matado, pero quisiera hacerlo. Calumnio. Difamo. Soy un hipócrita. Me creo buena persona, pero ayer robé. Poco, pero sisé. Le he dicho a una mujer que la quiero, pero es mentira. No la quiero. Estoy solo. Es eso. Voy predicando en un blog la sencillez y el desprendimiento, pero no es verdad. Me gusta vivir bien, me gusta ganar pasta.
No tengo altura suficiente para tanto confesionario.
La culpa, con su toxicidad, implica al menos que queda algo, un camino de vuelta y nos mantiene unidos a los demás. Pero ¿qué pasa cuando hasta la culpa desaparece y no queda nada?. Me da mucha pena la gente que no se arrepiente de nada. Yo sí.
La culpa es el último asidero del amor, ya que puede transformarse en deuda y las deudas se pueden y deben pagar.
La culpa, con su toxicidad, implica al menos que queda algo, un camino de vuelta y nos mantiene unidos a los demás. Pero ¿qué pasa cuando hasta la culpa desaparece y no queda nada?. Me da mucha pena la gente que no se arrepiente de nada. Yo sí.
La culpa es el último asidero del amor, ya que puede transformarse en deuda y las deudas se pueden y deben pagar.
Al final digo la fórmula:" tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero".
No se puede expresar mejor.
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