El origen del libro, radica en la corteza de los árboles, donde los antiguos griegos y romanos escribieron los primeros pensamientos y las primeras palabras de amor.Eso fue antes de que se escribiera sobre papiros.
Regresando de Monte Perdido atraviesas un bosque de hayas donde encuentras árboles grabados con corazones traspasados por una flecha y las iniciales, o los nombres , inscritos en la corteza a punta de navaja.
Particularmente hermosos los tallados sobre la corteza plateada de los abedules.
Uno también ha grabado su nombre y el de alguna mujer en algunos árboles de su vida. Ninguno llegó a cuajar. Sin embargo, un experto en botánica dentro de miles de años podría descubrir el tiempo exacto que ha transcurrido desde aquel día que , loco y enfebrecido de amor, cincelé aquel corazón.
Quizás, dentro de dos mil años, un poeta se encuentre con esa inscripción y le inspire una novela de amor que le haga eterno e inmortal para la literatura. Y seamos protagonistas de una historia
que esta vez sí fue.
Una vez leí " si amas a una mujer y la pierdes, conviértela en literatura".
que esta vez sí fue.
Una vez leí " si amas a una mujer y la pierdes, conviértela en literatura".
No cuajaron esos amores, pero allí están, en la corteza de un abedul. El tronco al crecer ha ensanchado y corroído los trazos, pero allí permanecerán por los siglos de los siglos. Muy cerca de ese árbol en Ordesa corre el río Arazas alegre, fresco, cantarín, con aguas recién desheladas en los glaciares de las Tres Sorores, cuyo fluir , como la vida, se ha llevado al mar la memoria de ese amor.
Pero allí están nuestros nombres.
A veces perder es ganar y no encontrar lo que se busca es encontrarse.
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AQUÍ EL BARULLO: "Y PUEDEN ESTAR AMANDO A LA MISMA MUJER"
A veces perder es ganar y no encontrar lo que se busca es encontrarse.
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AQUÍ EL BARULLO: "Y PUEDEN ESTAR AMANDO A LA MISMA MUJER"
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