miércoles, 15 de febrero de 2017

SIESTA DE INVIERNO

En invierno el paraíso está en la siesta . Acunado por el frío helador  de la tarde glaciar  y el sopor  bocaneo mientras respiro abandonado a  la nada. 

La nada es el paraíso de este febrero  que ahora silba por  la  ventana. Desciendo por ciertos peldaños. Cada cual elige su momento. El mío es ese tiempo de la soñera  con los párpados ya pesados después de comer  mientras la el  silencio  acuna ligeramente las   rendijas  de la  persiana en la penumbra de la habitación.

De niño me recomendaban no acostarme sin rezar antes las tres Avemarías. Yo creo que la oración es para la siesta.  Se reza mejor  a esas horas . Imagino los tejados helados a  la sombra, el  perro  de Carpanta  jadeando, y  yo abandonado.

Cada cual tiene su forma de bajar al inconsciente, que es  el paraíso.  Ese viaje siempre se inicia a través de la memoria. A mi me gusta  meterme en el interior del faldón de  la mesa camilla de la casa de Francisco Vitoria .  Era algo así como mi  tienda de campaña  india. Otras  me imagino  en la carena del Posets , sintiendo la brisa en un rostro sudado y ardiente. O  me  dibujo la cara  de gente  que amé. O rezo algo.

En esos lugares , que son muchos , hay aromas solidificados:  alcanfor, sábanas limpias, fresas, goma de borrar Nata , humedad de manzanas demasiado maduras. 

También rememoro canciones: la Paloma, el gato triste y azul, échame a mi la culpa, contigo en la distancia,el campanero...

Son peldaños de bajada que me llevan  a aquel lugar de la infancia en que uno sólo era sólo un buen chaval. Un crío sin ideología. Casi antes del pecado original, cuando aún tenías tu caja con los gusanos de seda   y   esperabas  que  la  crisálida  reventara. 

En la penumbra de la habitación a la hora de la siesta se siente  el  frío y uno ve al fondo , con los ojos entreabiertos , las rendijas de la persiana con la ventana a medio cerrar.  Te recomiendo que  inicies ese viaje .  Para llegar a él  hay que bajar primero a  la nariz  , donde está aún el olor de la tortilla de patatas de tu madre ,  del primer beso , o a las canciones de aquella radio Lavis.

 En este viaje alcanzarás una estación  que es   la pulpa de tus  manos que contiene todas las caricias y el amor  que recibiste, y que diste.

Feliz siesta: que  tu viaje te sea propicio, amig@.

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