Todos tenemos una inclinación natural a copiarnos. Recuerdo de chaval calcar formas de andar, de decir, de mirar. Es más, no se puede madurar sin imitar modelos.
El plagio es una parte importante de nuestro carácter. De pequeños sólo se nos castiga por copiar en los exámenes mientras, una y otra vez, se nos premia por imitar a los mayores.
La copia nos asegura que nos acepten. Copiamos para integrarnos y no cantar.
A todos nos ha ocurrido que, al llegar a un peaje de autopista, nos hemos puesto en la cola más larga cuando las demás estaban abiertas y vacías. Las demás están en verde y vacías, pero hay una inercia zombi .
"Por algo será que todos están en esta fila".
Lo de siempre: nos engaña nuestro inconsciente y nos lleva hacia el grupo. O sea, la peor opción. Todos reconocemos este momento zombi en el que nos asombra que nuestro cuerpo no nos obedezca, porque es justo cuando la señora que está de copiloto nos suelta una colleja:
- ¿No te dije que era mejor por allí?
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