Tengo la impresión de que Dios anda jugando con uno al "un , dos, tres, ¡chocolate inglés!"...o al "un, dos , tres, ¡picapared!" , que cantan en Cataluña.
Toco con los nudos de la mano la pared, me giro, y allí nadie, ni nada se mueve. Estatuas mudas e inmóviles, que te miran inexpresivas. Hoy siento mucha gente mirándome así. Y sangran los nudillos esperando una respuesta, un guiño, un algo humano.
Y parece que en una hora concreta, final y sorpresiva, Alguien te toca la espalda y allí se acaba el juego.
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