Hay días que pesa el alma y los recuerdos. Te sientes solo.
Repasas la vida y sientes que eres el monstruo del doctor Frankestein: un ser incompleto, lleno de cicatrices, mal hecho de serie , que no acabas de entender a tu creador, ni de qué pasta estás hecho.
Esos días , antes del amanecer, marcho a veces de paseo a Gallecs. En realidad, más que a andar salgo cada mañana a capturar el milagro del amanecer. Mi padre me enseñó que uno será siempre joven mientras nunca deje de sorprenderse ante la nueva luz del sol, como si fuera la primera y última vez.Eso es lo que hago.
A este gran acontecimiento se añade luego la sensación de que llueva, o haga mucho viento, o suceda algo extraño, que siempre sucede si lo sabes buscar. ¡La Naturaleza tiene tantas sorpresas!.
A mitad de camino me desvío y entro en una pequeña taberna en Mollet. Me reconcilio conmigo mismo mientras disfruto del aroma del café , el sabor de unas salchichas, o una buena tostada con aceite y unas anchoas, mientras leo el periódico.
La razón por la que voy a esa taberna es la chica que la atiende. Es de una belleza lejana, algo exótica. La mirada es un regalo , como depositar unas esmeraldas sobre terciopelo negro. Ver una mujer así es una suerte.Ella no lo sabe. Está esperando un niño. Tampoco sabe quien soy. Un tío raro, supongo.Ella es de mirada intensa, de cara lavada , con unas suaves ojeras de mujer joven que tira su negocio adelante.
La razón por la que voy a esa taberna es la chica que la atiende. Es de una belleza lejana, algo exótica. La mirada es un regalo , como depositar unas esmeraldas sobre terciopelo negro. Ver una mujer así es una suerte.Ella no lo sabe. Está esperando un niño. Tampoco sabe quien soy. Un tío raro, supongo.Ella es de mirada intensa, de cara lavada , con unas suaves ojeras de mujer joven que tira su negocio adelante.
En este espacio de Tierra Media este mar doméstico de Gallecs puede ser cualquier otro espacio natural , porque todos los caminos y todos los paisajes se parecen a otros, si así los deseas.
Para mí todo será una aventura. El recuerdo de quien fui, el malo, y el bueno. El corto, y el espabilado. El tímido, y el pasado de vueltas. El monstruo del doctor Frankestein, y el hijo de un Dios que parece que aquí me acaricia el pelo.
Placeres sencillos, valores universales, un abril más que se irá hacia el fondo de la memoria.
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