Pienso con frecuencia , y lo siento de una manera que a veces me asusta , que lo que tengo que hacer es lo que no he hecho.
Debe ser la edad. Se me escurren las horas y el sol ya me da en la espalda.Me veo la sombra.
Es una contradicción aparente, porque el mundo en general no está para aventuras . La mayoría de la gente de mi promoción sólo piensa en jubilarse cuanto antes y mantener la bicicleta en marcha levantando los pies de los pedales en esta cuesta abajo que es la edad madura. Hasta que poco a poco vaya el camino horizontal - la vejez- y,por último, el último repecho , y zamba.
La gente se apunta escuelas de pintura, de modelación, corales, pilates...y me parece bien. Pero no aspiro a esa vida.
Hay escuelas de arte y yo creo que el arte no se puede enseñar, se puede enseñar poquísimo, cosas elementales que no tienen ninguna importancia.
Todo lo que uno no descubra por sí mismo, no le vale para nada, sino para hacer la obra que ya estaba hecha, la que habían hecho los que descubrieron aquello.
Esa es la inquietud de la que hablo, y me corroe. Es algo que hay que hacer desde nosotros, desde el presente, que no tiene dimensión, pero que tiene lugar, y eso es uno de los grandes misterios.
Desde ese punto, toda la visión tiene que ser hacia adelante, no puede ser hacia atrás: hay que hacer lo que no se sabe hacer.
Ya sé que no se me entiende pero...
Pues no, no se te entiende.
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