jueves, 27 de abril de 2017

VALOR Y PRECIO

Napoleón usó como establo para sus caballos el refectorio de Santa María delle Gracie , en Milán. Allí está  el fresco de  la Santa  Cena de  Leonardo.

El prior mandó abrir  una  puerta en  mitad de la  pintura para  comunicar ese  espacio  directamente  con la cocina. La  puerta se abría entre las rodillas del Salvador, que olía   los garbanzos  que se le cruzaban.

Entonces el arte no tena ni valor  ni precio.     

A principios del siglo XX, el guarda de la Alhambra de Granada aún criaba cerdos en el patio de los Leones.

En algún patio de la mezquita de Córdoba estaban arrumbadas unas vigas del artesonado del siglo X, que eran consideradas unas simples maderas viejas.

- ¿Qué hacemos con estas  mierdas, jefe?.

- Tiradlas allí.

Para  muchos  el arte no ha tenido valor mientras no ha tenido precio. Los retablos, tallas, pilas y sagrarios echados a perder estaban a merced de gente  muy despierta que lo tenían todo a favor para hacerse con ellos, gracias a la ignorancia del clero y al desinterés del Estado. 

Si hoy nos  irrita  que unas vigas de la mezquita de Córdoba hayan sido expoliadas, sólo se debe a que la sala Christie's de Londres las ha valorado en cerca de medio millón de euros cada una.

 Pura especulación de  nuevos ricos. 

Un sagrario del siglo XVII puede servir para guardar el whisky  en el mueble bar de un ricachón.

Recuerdo en la novela "El poder  y la gloria" cuando un militar borracho  pilla al sacerdote una botella de vino que  había intentado pasar de contrabando para celebrar misa. Se  bebe  hasta  la  última  gota. Llora el sacerdote, que  va  de  incógnito  .

- ¿Por qué lloras?- pregunta el militar.

- Te acabas  de  beber  toda  la Esperanza  del mundo.

Algunos vivimos  más  allá de la frontera  de las apariencias, donde se agradece  que alguien nos quiera por lo que somos, valgamos lo que valgamos, tengamos el precio que tengamos. Sin etiquetas que marcan nuestro  prestigio. 

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