Escribe Daniel Pennac que vivimos en una sociedad sin honor que ha perdido hasta el propio sentimiento de paternidad.
«Hoy en día existen en nuestro planeta cinco clases de niños: el niño cliente entre nosotros, el niño productor bajo otros cielos, así como el niño soldado, el niño prostituido y, en los paneles curvos del metro, el niño moribundo cuya imagen, periódicamente, proyecta sobre nuestro cansancio la mirada del hambre y del abandono.
Son niños, los cinco. Instrumentalizados, los cinco».
Hay otra clase , la sexta: el niño no nacido .
«Hace unos quince años- se pregunta- ¿habría sido yo el pequeño de cuatro hermanos? ¿Me habrían deseado? ¿Me habrían concedido el visado de salida?
Cuestión de presupuesto, como todo lo demás».
En la palabra "deseado", que Pennac acentúa, está la clave.
Ningún deseo debería llevarnos a olvidar que un ser humano, sea quien sea y tenga el tamaño que tenga, nunca es un objeto que uno puede instrumentalizar y usar o tirar según le convenga.
Pienso en el genocidio silencioso de los Down .
¡Haz lo posible para no reventar de asco!
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