viernes, 31 de marzo de 2017

JUEGOS DE LA INFANCIA (II)

Se deberían tener pocos juguetes pero buenos.

Un juguete bueno es aquel que sin ser nada concreto puede ser todo: el barro, la pelota, piezas de construcción, las muñecas….y no hablo de aquellos maravillosos "balón prisionero", "un dos tres , picapared!",  "las canicas", "saltar la comba"...¡tiempos!

Jugar libremente significa salir de casa: jugar en la calle sin vigilancia del mayor, encontrarse con amigos, decidir un juego entre todos, dedicarle un tiempo libremente y vivirlo con ilusión o desilusión. Ambos sentimientos forman parte del juego.

Hoy esto suena algo  imposible: el peligro esta fuera. Yo creo que no.

Hoy la casa es una imitación de la ciudad, en ella están todas las comodidades pero está todo bajo vigilancia. Pero si la necesidad del niño es jugar libremente y compartir su tiempo con sus amigos, se entiende que un niño que no sale de casa no puede jugar.

Ofrecerle a los niños tiempo libre y la posibilidad de elegir los espacios donde jugar. No es tan difícil. Ellos mismos  se organizan. Los dejas en el parque a los diez minutos están liados  con algún juego, lo mismo que se enredan los cables de un walkman, que es de maravillarse como lo hacen.

O como los perrillos  se huelen aquí y allá, el culo, las patas, los morretes, y saben si hay química o no.

El juego necesita variedad de entornos para hacerlo más rico. Ir siempre al mismo parque termina siendo aburrido . La edad lo hace todo.

Que los padres jueguen con los niños es perfecto si realmente los padres quieren jugar, sin fingir ni sentirse obligado. Pero , dígamoslo ya, el padre que juega  así termina siendo  como el patético Phil Dunphy de Modern Family. Un coleguita.

La verdadera necesidad del niño es jugar con otros niños libremente y tener la posibilidad de jugar con niños de diferentes edades. No hae mejor juguete para un niño que otro niño. Ni mejor  profesor.

Los padres piensan  que pueden  pagar con juguetes su sentimiento de culpabilidad por no poder dedicar más tiempo a nuestros hijos, pero lo único que consiguen  es hacer de nuestros hijos “propietarios de juguetes”, porque una vez pasada la excitación del momento del regalo y el rato de juego que no suele durar muchos días, el juguete pasa a formar parte de la colección de juguetes inmóviles en el cuarto trastero

Insisto: Dejar  jugar libremente y permitir que se encuentren con el riesgo en sus juegos (adecuado a sus edades), de esta manera conseguiremos una parte fundamental en la que se basa el juego que es la realización de un deseo.

Los niños necesitan disfrutar de sus ciudades porque de esta manera desfogan toda la energía acumulada que tengan de la escuela, la casa… Si les impedimos descargar esta energía en edades tempranas, evitaremos que exploten en la adolescencia. La mayoría de los niños pasan de la edad de la inocencia  en su jardín de infancia en casa , a la adolescencia más  rabiosa y manipuladora, sin pasar por la calle.

Y así nos va.


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