Conocí una enfermera que venía indignada del Hospital cuando algún médico, piadoso y ejemplar, ponía estampas en las almohadas de sus pacientes , y se negaba a recetar paliativos del dolor con la excusa de que acortaban su vida.
La verdad es que no suena bien en un médico eso de ir recetando estampas. Es como si un brujo se planta en la habitación y comienza a dar saltos y darle a la pandereta y pasar la pata deconejo por el rostro.
El creyente tiene derecho a pedir el auxilio espiritual de un capellán y también a que éste no le ponga el listón demasiado alto.
El dolor no tiene ningún sentido religioso. Dios no quiere que suframos. Morir en paz sin sufrimiento alguno es nuestra última conquista.
Oye, puedes ser creyente o ateo pero reza para que en el momento de partir hacia donde quiera que piensas vas a ir no revolotee alrededor de tu lecho un médico beato partidario del dolor como expiación porque entonces, en nombre de Dios, te obligarán a beberte el cáliz hasta las últimas heces. Y eso no está bien.
Cristo en la Pasión se dejó refrescar el rostro por la Verónica . En la cruz un centurión le mojó los labios resecos con una estopa empapada con vinagre . No despreció esa ayuda. Otro le clavó una lanzada en el costado para abreviarle la agonía.
Si tienes Fe, no lo dudes, tienes que compadecerte del dolor ajeno.
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