jueves, 30 de marzo de 2017

JUEGOS DE LA INFANCIA(I)

Para  mi la vida  , desde bien pequeño,  es jugar.

Siempre me ha gustado moldear con la imaginación  la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo, sólo o acompañado de amigos, sabiendo que donde no pueda llegar lo puedo inventar.

Por esa razón me gustaba  impartir clases. Todo era un juego, cantar, contar historias  divertidas, en sintonía con mis alumnos. Ellos siempre me entendieron.

Otra  cosas eran los  padres y  directivos.

Eso no me  importaba.

Cualquiera  que se  haya dedicado a observar a los niños  sabe que el juego libre es la verdadera necesidad del niño. Y nunca un niño es más libre  que cuando se ríe a carcajadas y nadie  le  dice  " ¡silencio, por favor!"

Todos los aprendizajes más importantes de la vida se hacen jugando en la primera etapa de vida . Y ese  ha sido  mi terreno durante  veinte  años.

Mientras los  mayores  juegan para divertirse los niños juegan para jugar.

Del juego libre los padres sólo tienen  que saber lo que sus hijos sólo  quieran contar. Y ya está. Por esa razón, en nuestra  relación profesor- alumno , no todo se podía contar.

Uno podía decir en un dictado que "el director del colegio, el señor Mengele Guillén  , tenía lana en  el ombligo"  , y no pasaba nada. Ellos sabían que  estábamos en territorio Suso.

Con el tiempo , ya fuera de la enseñanza, me di cuenta  de que sólo era un profesor  que hacía que los críos al llegar a  casa   tuvieran  algo que contar. No es poco.Y esto solo se puede hacer si el niños tiene tiempo de jugar libremente.

Ese debería de ser el material a llevar al colegio al día siguiente para trabajar.

El verbo jugar sólo se puede conjugar con el verbo dejar. No con acompañar cuidar, o vigilar. Cosa que gustaba mucho a  ciertos  compañeros. Llegabas  a una clase  llena de niños sin profesor. Uno de ellos estaba en la pizarra  apuntando a los que "se portaban mal". La lista era  enorme. Tan grande como cabroncete era el chaval.

Era profesores  que educaban en la delación a  cuerpo descubierto. Y os aseguro que más de uno que de pequeños disfrutaban escribiendo en la pizarra  el nombre de un compañero , seguido de una ristra enorme  de negativas, ahora son  grandes  hijos de puta  expertos en el chivateo, el peloteo, el acusica, y el soplón.

El juego es placer y no soporta vigilancia y acompañamiento. La autonomía es un camino que se enseña poco a poco y debemos fomentarla para que su juego pueda comenzar a ser menos vigilado y acompañado y pase a ser un juego libre.

El juego de un niño no se puede evaluar, pero si se evaluara habría que darle un 15 sobre 10. No  he conocido mejor manera de educar que en esa espontaneidad que da el juego. Es su tarea por excelencia y se ha de aceptar tal cual es, así como se debe de aceptar al niño.

Tanto por lo que haga como por cómo lo haga debe de recibir un halago y nunca una crítica a su juego. Jugando a policías y ladrones  es fácil encontrar al tarumba que lo matan a la primera  por su mala cabeza, como al pusilámine que no se mueve de su sitio en todo el juego y, cuando este termina, hay que llamarle para encontrarlo.

No sabemos cuánto gana-aprende un niño jugando. Ni tampoco nos debería preocupar ya que simplemente de la experiencia del juego libre el niño adquiere conocimientos. Cada  uno se muestra como es. Lo importante es jugar, estar en la  pomada.

Hoy  veo  demasiados  juguetes. Más: la mayoría de los niños son juguetes queridos por sus padres. Por esa razón los niños  sólo juegan con sus padres. Un coñazo.


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